
La hormiga es un prodigio afinado por millones de años de evolución. Levanta cargas que superan de largo su propio peso y trabaja en grupo con una coordinación precisa. Tras explorar el entorno y encontrar una fuente de alimento, el rastro químico de un solo ejemplar guía rápido al resto del hormiguero hasta su posición. Trabajando juntos, estos insectos realizan proezas que a escala humana nos asombrarían. “Vistas como sistemas mecánicos son impresionantes. Cuando comenzamos a estudiarlas pensábamos que podrían resistir mil veces su peso”, afirma en un estudio de biomecánica Carlos Castro, profesor de Ingeniería Aeroespacial en la Universidad Estatal de Ohio. ¿La realidad? Su equipo descubrió que soportan la presión ejercida por un peso de hasta 5.000 veces su masa corporal.
Aparte de por su fuerza, sorprenden por su velocidad: una hormiga recorre trescientos metros en una hora. El secreto, como el de otros insectos, reside tanto en una sorprendente biología como en su tamaño. Ser tan diminuto tiene inconvenientes (una pisada te mata), pero muchas ventajas. Con una pequeña masa corporal resulta más fácil volar o mantenerse adherido a cualquier superficie, y no se requieren grandes recursos energéticos para sostener una prolongada actividad.
Tecnología que imita la naturaleza
¿Podemos inspirarnos en estas propiedades físicas de los insectos para crear dispositivos electrónicos? ¿Mejorarán nuestros robots si los hacemos más pequeños en lugar de imitaciones de la forma humana? La respuesta es que sí. Para encontrar pruebas basta con visitar la Universidad de Stanford, en California, donde un equipo de investigadores liderados por David Christensen y Elliot Hawkes ha creado los MicroTugs, robots en miniatura capaces de arrastrar grandes objetos.
Fuente: http://www.muyinteresante.es/tecnologia/articulo/los-microrrobots-ya-estan-aqui-791485246079