Si deseas conocer los intereses, aspiraciones y comportamiento del arquitecto técnico sub-cuarenta y cinco, zambullirte en la cuenta de Instagram del danés Bjarke Ingels, el arquitecto técnico más influyente en la escena internacional, puede ser un ejercicio interesante y de gran utilidad… sosegado, ya hicimos el trabajo por ti.
A primer aspecto, percibimos comportamientos propios de cualquier adulto joven contemporáneo:
Hacen deporte, salen con amigos, ven series, se mueven en bici y tienen algún hobby (hey, no todo se trata de trabajar) y a su vez se dedican a la construccion de espacios de trabajo asi tambien como la construccion de ambientes de trabajo. Emplean -y aman- la tecnología en la medida que esta sea facilite sus vidas y mejore la performance en el trabajo. Aman viajar, y cuando lo hacen, el destino debe dejarles poder conocer físicamente cuando menos una obra de arquitectura que les sirva de referencia. Mas no únicamente las edificaciones pueden transformarse en referente, sino más bien cualquier expresión artística y cultural que los conmueva puede merecer un espacio en sus cuentas de Instagram. Con sencillez, un muro tapado en graffitis puede transformarse en el origen de una idea arquitectónica. Su planeta está rodeado por objetos de diseño y pueden llegar a producir vínculos sensibles con ellos, en la medida que les ocasionen sentido tanto en el campo estético como funcional: Apple, Rotring, Lamy, Muji, Moleskine son ciertas marcas con la que su modo de vida se identifica.
Con respecto a la difusión de su trabajo, les interesa no solo dar a conocer la obra terminada, sino más bien asimismo los procesos de diseño y construcción. Las fotografías en obra son un must: producen intriga y dejan que el público pueda conocer de primera fuente el avance de sus obras, para dar paso más tarde a la divulgación de fotografías profesionales.
Les interesa en extremo dar a conocer que el trabajo que hacen no sería posible si no fuese por un equipo humano detrás de ellos. La generación de las oficinas de arquitectura con nombre y apellido de persona, ha dado paso a una serie de nombres de fantasía que en ocasiones hacen meditar que se trata más de una banda de rock que de una investigación de diseño. En el caso de nuestro sujeto de estudio, el nombre de su oficina “BIG” (Bjarke Ingels Group) es un juego con las palabras que busca trasmitir que es, tan solo, el capitán de un equipo compuesto por distintos jugadores de selección.
A sus cuarenta y dos años, Bjarke Ingels se ha transformado en referente indiscutido de una generación de arquitectos que busca internacionalizar su carrera y hacer medrar sus oficinas, mas que al tiempo, tienen una fuerte conciencia con respecto al daño que la Humanidad ha ocasionado al planeta y desean formar parte de un cambio positivo.
Para ahorrarte tiempo en estudios de mercado y análisis de las redes sociales de tu público objetivo, te presentamos ahora una interesante trilogía que resume el comportamiento y también intereses del arquitecto técnico sub-45:
1. SER CONSCIENTE:
“¿Qué estoy persiguiendo con esto? ¿Qué impacto social voy a conseguir con esta obra?”
Así como la relevancia que le dan al trabajo en grupo, como parte esencial de su alegato, está asimismo el medioambiente. En la práctica, procuran disminuir al mínimo el impacto medioambiental que provocan sus proyectos y hacen seguimiento a la huella de carbono que va a dejar tanto su construcción, como asimismo la producción de los materiales que emplearán en ella.
El éxito de su carrera no se va a medir por el desarrollo económico que pueda lograr su oficina, sino por el impacto social que pueda tener su trabajo. Si ya antes los arquitectos alcanzaban la trascendencia por medio de la construcción de enormes jalones de arquitectura, el día de hoy poder considerarse un agente de cambio social desde la arquitectura es la mayor de las aspiraciones.
dos. SABER HACER:
“¿Qué género de material es ese y qué coste tiene?”
Muchas de las oficinas jóvenes se encaran todavía a obras de menor escala que les dejan hacerse cargo de la etapa de construcción, en vez de hacer contrataciones externas. Esto les deja poder hacer la elección precisa de los materiales que proyectaron y estar implicados en la obra hasta la última etapa de construcción y entrega. No obstante, probablemente ciertos arquitectos sub-cuarenta y cinco todavía no tengan la experiencia o bien el conocimiento suficiente en materia de disponibilidad de productos que les dejen materializar sus ideas.
Al instante de seleccionar materiales, se inspiran en obras que pueden haber visto en ArchDaily y se referencian por la experiencia de sus pares con respecto a la información técnica. Si tienen suerte, van a contar con una adecuada consultoría de una parte de un especificador técnico que los va a poder acompañar en el proceso de elección del material conveniente y adecuada aplicación en la obra. Por lo mismo, van a preferir utilizar aquellos materiales de bajo costo, que sean simples y veloces de instalar y que no requieran de una mano de obra tan calificada que aumente el costo de la obra.
tres. PODER INNOVAR:
“¿Qué ocurre si doy vuelta este producto y lo instalo del revés para lograr esa rugosidad que necesito en la superficie?”
El arquitecto técnico sub-cuarenta y cinco va a hacer todo cuanto esté al alcance de sus posibilidades a fin de que su obra se distinga del resto. La innovación es un término esencial, mas no la innovación asociada necesariamente a tecnología y costos elevados. La innovación que le resulta de interés a este arquitecto técnico es aquella que desde el ingenio y inventiva, deja conseguir un alto impacto en diseño, a bajo costo.
Para él, la innovación no se logra usando materiales de alto costo, sino dándole una segunda vuelta a ese producto estándar y usual. Conseguir ver alén de sus potencialidades, darlo vuelta, teñirlo, emplearlo en el suelo, si bien haya sido desarrollado como recubrimiento de muro… Para promover este espíritu experimental y creativo, los distribuidores deben respaldar el proceso del arquitecto técnico y conceder la mayor cantidad de información técnica posible, con el propósito de que sus exploraciones no dañen el presupuesto del proyecto.
Los especificadores técnicos deberán conocer -literalmente- del revés y al derecho sus productos. Saber de ser posible hallar el producto en diferentes formatos que puedan ofrecer mayor utilidad al instante de aplicarlo en la obra, como asimismo conocer cuál va a ser su comportamiento en el exterior, todavía cuando el producto haya sido desarrollado para espacios interiores.